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miércoles, 13 de junio de 2012

El Fuego en los Versos


Con el fuego del volcán que hay en mi pecho
quiero acercarme a ti, tomar tus besos,
beber de la ternura de tus senos,
darte las caricias que para ti tengo,
besarte las manos y los cabellos,
gozar tu mirada que es un misterio
y sólo en tus ojos tiene el Universo...
Mariel del alma, mi amor, mi deseo.

Estar en tu abrazo, tu corazón, tus sueños,
trascender la vida desde tu cuerpo,
que tu me recuerdes cuando el cielo
en su inmensidad, en su silencio,
abrace en tu nostalgia mi recuerdo
en las estrellas que serán tu espejo,
hasta que las almas resuelvan el secreto
del misterio de amor, que sólo es nuestro.

Permíteme llegar hasta el límite del cielo,
el fuego del amor y el elixir del cuerpo,
que tanto amo en vida, que tanto yo deseo!
Me acosa el silencio de tu voz y el miedo
insoportable de perderte que yo tengo,
en el loco vendaval de la muerte y del viento
que arrastra las cenizas y sus deshechos,
hacia el olvido inmaterial del tiempo.

Si algo es en mis poemas, supremo,
esa eres tu, Mariel, origen del fuego,
que recibo en tus miradas y me enciendo
de la forma que un volcán lo hubiese hecho:
esparciendo su lava hacia los vientos,
en caricias a tu piel, a tus cabellos,
al nido tan tierno de tu pecho...
a la distancia de mis labios a tus besos.

Lo más culminante de mis versos
son sólo tres palabras: “Mariel, te quiero"
las miles de aquellas que siguieron:
apenas acompañantes del misterio
que une nuestras almas, ¡casi sin vernos!
a través de los mágicos espejos,
que ambos llevaremos dentro
hasta el límite final del universo...

Federico L.M. de Luque