No quieras Dios, poner a mi
existencia,
punto final de golpe, de improviso...
que, si así ha de ser, al menos que no sea
del fugaz y persistente virus...
Más, sé que hoy un hombre de
noventa,
se halla ya bordeando el infinito
y sé también que el tiempo de la espera,
es un instante cruel del desatino...
He sido un ser de muy altas
quimeras,
algunas, muchas, las he cumplido,
pero he afrontado en la vida asperezas,
desamores irredentos y olvidos...
Sin embargo coseché la gran belleza,
de engendrar, feliz, mis cuatro hijos,
y devolviéndome amor y transparencia
poblando mi casa cinco niños...
De joven descubrí en mí, al poeta...
- que lleva ya más de seiscientos escritos -
expresiones del amor y de las penas...
y algunos, porque no?, de auto castigo...
He logrado con mis letras y
paciencia,
a mi juicio, en logrados manuscritos,
conmover a profanos, a poetas
y a lectores que aprecian mi delirio...
Y por eso sin querer y a mi manera,
en el límite del viento me despido
por temor que se acaben primaveras
al llegar el verdadero olvido...
En abrazos que privó la cuarentena
prolongada y tal vez ya sin sentido,
transformando a la vida, toda ella,
a mi edad, en esclavitud y escaso abrigo…
No quieras Dios, poner a mi existencia,
Punto final de golpe, de improviso...
Que, si así ha de ser, al menos que no sea
del fugaz y persistente virus...
Federico L.M. de Luque