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domingo, 30 de diciembre de 2012

Silvita



Tenía mis arterias algo extenuadas
y llegó tu sangre aquella mañana
a darles la vida que se disparaba:
Por eso te quiero, amiga del alma,
una razón más allá de mil palabras
y eres mi tesoro y mi esperanza...

Subí de tu mano escaleras largas,
de tanta ternura brotaron tus lágrimas,
con las de mis ojos fueron simultáneas:
Por eso te quiero, amiga del alma,
siempre estaré allí, frente a tu mirada
recibiendo transparencias y bonanzas...

Eres como un ángel que, con la mirada
todo me lo dices, casi sin palabras,
porque ser amigos es como la magia:
Por eso te quiero, amiga del alma
y te necesito, aún a la distancia,
en mi transcurrir entre sombras largas...

Es un privilegio sobre mis nostalgias,
saber que mi socia siempre me acompaña,
más allá de las sonrisas y las lágrimas:
Por eso te quiero, amiga del alma
y agradezco a Dios la venturanza
que seas mi amiga, Silvita, muchacha...

Federico L.M. de Luque

sábado, 1 de diciembre de 2012

Entretanto



Que puedo hacer por ti, me preguntaba,
como cada día lo hago desde el alba,
hasta alcanzar la profunda madrugada?
Correr mi mano sobre estas palabras,
imaginarme las paredes de tu casa
y pensarlas, razonarlas, dibujarlas?

Aunque debes saber mi dulce amada
que también lo hago por mi, por tu mirada,
por el contacto de tus manos al tocarlas,
y aunque se trate de caricias entre almas
he de sentirlas eternamente en mi nostalgia.
como el abrazo permanente de mi amada
en los días felices, de mi estancia
y también, porque no?, entre tus lágrimas...
en los instantes que quiebre la esperanza,
cuando pensando en el poeta que te amara
la deambules con tu piano, con tu danza,
aún después del día, que me vaya...
Te imagino entre nietos y ya anciana,
siempre activa, dentro y fuera de tu casa.
Que podré hacer por ti cuando mañana
queden de mi tan solo las palabras?

En horas del alba o madrugada
sentirás alguna vez, como una ráfaga,
el recuerdo de los besos que te daba
en tus labios, en tus manos, en el alma?
Caricia elemental, nuestras palabras,
que en tus paredes quedarán grabadas!

Entretanto en tus sonrisas encantadas
se transportan hacia ti, mis esperanzas.

Federico L.M. de Luque